Este libro saltó a la gran pantalla hace unos años, pero como siempre, te recomiendo que antes de ver la película, leas el libro.
Rachel viaja todos los días a Londrés por trabajo, coge el tren a las 8:04 y se sienta frente a la ventanilla a ver el paisaje.
Suena el traqueteo del tren, se sienta en los mullidos asientos, y ve a los viajeros, algunos son conocidos, hacen el mismo camino que ella.
Rachel todos los días se quiere sentar en el mismo asiento del mismo vagón, por que así cuando el tren se detiene en el semáforo, tiene que estar defectuoso, por que siempre está en rojo, ella puede ver su casa favorita, la del número 15.
Rachel no conoce a la pareja que vive en esa casa, pero le gusta verlos todos los días, y se ha montado una vida alrededor de ellos, empezando por sus nombres, que les ha bautizado como Jason y Jess, sus trabajos, sus rutinas, en definitiva una vida perfecta, no como la suya, que se refugia en el alcohol desde que su vida está patas arriba.
Pero, es todo tan perfecto como Raquel cree? Algo ha visto que le hace dudar que las cosas vayan bien, así que decide acercarse a ver qué es lo que está pasando.
Es aquí, cuando empieza el meollo de la novela, que me costó un poco al principio, pero que a la mitad ya estaba engachadísima.
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